Bienvenido a Sector Ejecutivo, revista de Economía y Empresas / España, Nº 297 Abril de 2024

Almirante general Fernando García Sánchez, jefe de Estado Mayor de la Defensa

Rosa Monedero
 
El almirante general Fernando García Sánchez fue nombrado Jefe de Estado Mayor de la Defensa y promovido al empleo de almirante general el pasado 30 de diciembre. Ingresó en la Escuela Naval Militar en 1971, y desde entonces ha desarrollado gran parte de su carrera embarcado en diversas unidades, contabilizando más de 2.000 días de mar. Ya como almirante, ha desempañado los cargos de jefe de Estado Mayor de la Fuerza de Acción Marítima y segundo jefe de Estado Mayor de la Armada. Es diplomado en Estado Mayor, especialista en submarinos y posee la aptitud de buceador de combate. Está en posesión de la Gran Cruz de San Hermenegildo y la Gran Cruz del Mérito Naval, entre otras condecoraciones.
 
¿Cómo valora la actividad de las FAS en las distintas misiones de paz y ayuda al extranjero?
Nuestras Fuerzas Armadas han participado en los últimos veintitrés años (en el año 2009 celebramos su vigésimo aniversario) en más de cincuenta misiones en el exterior, todas ellas con características muy diferentes, desde la desmovilización y desarme de fuerzas contendientes, el control del alto el fuego y la supervisión de procesos electorales, hasta la evacuación de víctimas, el levantamiento de campos de refugiados, la distribución de ayuda humanitaria, la asistencia sanitaria y la reconstrucción de zonas devastadas; pero siempre con el denominador común de ayudar a las poblaciones donde se han desarrollado, bien proporcionando un entorno de seguridad o llevando directamente ayuda, en actuaciones siempre difíciles y, en muchas ocasiones, hostiles y con enfrentamientos armados. En todas estas misiones nuestros militares han demostrado su formación, su capacidad y su entrega, en definitiva, su valor. Han dado lo mejor de sí mismos, podríamos decir que se han dejado la piel; lamentablemente también en muchas ocasiones hemos sufrido bajas, fallecidos y heridos, cuyos nombres siempre conservaremos en nuestra memoria. Pero indudablemente nuestra participación en misiones nos ha aportado muchos aspectos positivos, y no hablo sólo de la íntima satisfacción del trabajo bien hecho; gracias a estas actividades hemos alcanzado un alto nivel de preparación, contrastado y depurado nuestros procedimientos operativos y nos hemos enriquecido con la experiencia personal y el contacto con otros pueblos en situaciones difíciles. Mi valoración es extraordinariamente positiva, y considero que nuestra participación en misiones en el exterior ha sido el principal motor de la modernización de nuestras Fuerzas Armadas.