Mónica Andrés Enríquez, directora general de Yara Iberian
Juan Comas
Financiada por la familia de origen sueco Wallenberg y por bancos franceses, la compañía fue fundada el 2 de
diciembre de 1905 como Norsk Hydro por Sam Eyde, explotando una tecnología novel en la producción de fertilizantes
mediante la fijación de nitrógeno procedente del aire. La tecnología había sido desarrollada por el científico
noruego Kristian Birkeland, que fue una gran figura de primeros de siglo llegando a patentar 59 inventos de materias
muy diferentes entre sí. En ese momento el fertilizante fue un importante estímulo para la producción de alimentos
en Europa, que era insuficiente para la población en el cambio de siglo. Fue tan solo hace quince años cuando la
empresa cambió de nombre al que actualmente conocemos como Yara International y hoy, 110 años después de su
fundación, Yara opera en más de 150 países, cuenta con más de 10.000 empleados y reporta unos ingresos superiores a
diez mil millones de euros anuales.
Yara Iberian es su filial española, trabajan en España y Portugal desde 1907 y su directora general es Mónica Andrés
Enríquez.
¿Qué representa para ustedes el I+D+I y qué recursos dedican a ello a nivel mundial?
El estar cerca del agricultor y la presencia global nos hace contar, por una parte, con información de primera mano
sobre las necesidades de los cultivos, y, por otra parte, con conocimiento amplísimo sobre aquello que mejor
funciona y responde como solución. La transferencia de las mejores prácticas y conceptos en materia de nutrición es
prácticamente inmediata. En este sentido el desarrollo de aplicaciones apoyadas en las nuevas tecnologías juegan un
papel muy importante y es en este ámbito donde Yara está enfocando gran parte de sus esfuerzos, ya que son un
recurso de gran valor para nuestro consumidor final.
Además, en Yara contamos con cinco centros internacionales de investigación donde se avanza tanto en procesos
productivos eficientes y menos contaminantes, como en aplicaciones de nuestros productos en los cultivos y la
respuesta vegetal en las más diversas situaciones. Como dato anecdótico, indicaré que en Hanninghoff, nuestro centro
alemán, cuentan desde hace años con un camión de suelo español tipo, que se emplea en los ensayos cuyo objetivo es
solucionar cuestiones que nos llegan a Yara Iberian.
¿Qué es la Agricultura Climáticamente Inteligente y qué papel juega en el incremento de productividad y
rendimientos?
Para explicarlo es necesario contemplar tres parámetros claves: Necesitamos continuar aumentando la productividad
agrícola y los rendimientos, debemos trabajar de una manera más inteligente para reducir las emisiones a la
atmósfera y, por último, es imprescindible adaptarnos a los cambios climáticos. ¡Y todo a la vez!
Para producir más alimentos debemos incrementar los rendimientos o bien aumentar la superficie arable. La expansión
del área arable causa deforestación, que a su vez libera ingentes cantidades de CO2. La deforestación es la mayor
fuente de emisiones causadas por la agricultura.
En cuanto a la necesidad de trabajar de una manera más inteligente, es clave hacerlo en conjunto con la comunidad
agraria para optimizar el uso de los recursos, conseguir más rendimiento por cada gota de agua empleada, hectárea de
tierra y kilo de fertilizante.
Y por último, debemos tratar la agricultura intensiva como una cuestión medioambiental. Ambos, tanto la producción
agraria como la producción fertilizante causa emisiones. Necesitamos limitar éstas al mínimo, también reduciendo el
desperdicio de alimentos. Pero la clave está en alcanzar rendimientos mayores a través de una agricultura
inteligente: la reducción de la deforestación es también un impacto positivo derivado de la agricultura intensiva.