Bienvenido a Sector Ejecutivo, revista de Economía y Empresas / España, Nº 297 Abril de 2024

Marimar Torres, propietaria de Marimar Estate

Enrique Calduch

Pertenece a una saga de bodegueros que se remonta al siglo XIX. La familia Torres es una de las grandes instituciones vinícolas catalanas y españolas. Una de las firmas más poderosas de todo el país. Marimar es la pequeña tras dos hermanos varones, la cuarta generación de la firma. En los años setenta le tenían destinada una apacible vida de mujer casada con algún tipo de buena posición, que aprobara toda la familia. Pero se rebeló. Consiguió instalarse en California, vivir su vida, montar allí una bodega de éxito. Su tenacidad la llevó a convencer a su padre primero, y después a su hermano Miguel Torres, el jefe de la familia. Su trayectoria la ha convertido en una bodeguera de prestigio y desde sus fincas en Russian River Valley y Sonoma Coast, donde además de las variedades locales ha introducido las españolas de tempranillo, albariño y godello, en compañía de su hija y heredera Cristina, elaboran vinos muy serios que se venden en más de cuarenta países.

¿Quién es Marimar Torres?
Una persona luchadora, a la que siempre le ha gustado hacer las cosas que no hacen los demás, y que desde muy niña prefería estar haciendo diferentes actividades junto a los mayores en lugar de jugar con muñecas, como debía de ser en mi época.

Y parte importante de la saga familiar de los Torres
Las mujeres siempre hemos sido muy importantes en esta familia. Yo formo parte de la cuarta generación y mi hija Cristina, que viene preparándose, será protagonista, aunque ya lo es, de la quinta. Somos importantes en esta familia de viticultores del Penedés

¿Y por qué irse a California y no otro lugar del mundo?
Pues curiosidades de la vida, o quizás del destino. En el año 1973 acompañé a mi padre en un viaje a una convención vitivinícola que se celebraba en San Francisco, y nada más llegar me enamoré de la ciudad. Me gustó tanto que le pedí a mi padre que me dejara pasar allí una semana de vacaciones, y aceptó dejarme. Al final, lejos del control paterno, como yo quería.

Esas semanas se convirtieron en años…
Pues sí. En la cena con uno de nuestros distribuidores me enseñó una crítica que hablaba de que nuestro Gran Coronas 55 era el mejor vino de España, quise conocer a ese crítico, y quedé a comer con él. Yo esperaba un tipo gordo, calvo; y él quizá una mujer con bigote, pero nada de eso. Y lo que iba a ser una comida protocolaria se alargó durante toda la tarde. Así que, de ser unas pequeñas vacaciones, pasó a que dos años más tarde nos casamos. Fue en 1975, con gran disgusto para mi padre. Y aunque cuatro años después nos divorciamos, con mi esposo recorrí diferentes lugares para acompañarle en sus críticas de vinos y restaurantes, y ahí fue rondando en mi cabeza lo que quería hacer en el futuro. Aprendiendo cada vez más y enamorándome más de California.

¿Y todo comenzó en ese año, tras el divorcio?
Sí. Acompañé a Chile a mi padre y a mi hermano Miguel a comprar una bodega, y a la vuelta, conseguí convencerle para hacer una inversión en California, donde compramos veintitantas hectáreas de la finca que tendría, en su honor el nombre de Don Miguel, y plantar en 1986 nuestras viñas. El primer resultado, un vino blanco de chardonnay, lo cosechamos en 1989 y lo saqué al mercado en 1991.

¿Cómo fue la idea de construir una bodega como una clásica masía?
La idea me la dio mi hermano Miguel. Fue obra suya que me aconsejó darle un toque diferente a la casa donde ubicar la bodega, y hacerlo al estilo de una masía catalana. Y surgió en 1992 Marimar Estate, nuestra bodega. Así que debo reconocer que le debo a él esta realidad.

La primera finca fue la de Don Miguel
En 1986 plantamos las primeras cepas de chardonnay y de pinot noir, en el viñedo que bautizamos con el nombre de mi padre. Y después compré otras tierras, Viñedo Doña Margarita, en honor de mi madre, que tiene una superficie de 72 hectáreas, aunque sólo están cultivadas ocho de ellas. En 1994 tuve la oportunidad de comprar la propiedad adyacente a la de la bodega, de unas 12 hectáreas, con una casita preciosa donde ahora vivo la mayoría de mi tiempo. Y hace 2 años pude adquirir una tercera propiedad, también de unas 12 hectáreas y muy cercana a la propiedad donde está mi casa, que ya se llamaba “Estrella de la Mañana” (Morning Star) y había sido una comunidad hyppy muy famosa en los años 60. ¡Tiene muchísima historia y un suelo excelente para plantar la viña¡
Ahora hemos introducido el albariño y el tempranillo en nuestra producción vitivinícola y hace 2 años hemos lanzado el godello, que ahora llevaremos a España y es excelente.